Canción de la vida profunda
Porfirio Barba Jacob
La Habana, 1915
El hombre es una cosa vana, variable y ondeante...
MONTAIGNE
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
como las leves briznas al viento y al azar.
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos...
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día...
en que levamos anclas para jamás volver...
Un día en que discurren vientos ineluctables
¡un día en que ya nadie nos puede retener!
Cuento de Navidad
Autor: Frai Betto - A Comunidad de fe. Catecismo popular, Sao Pulo, 1989, pp 50-52)
Era la noche de Navidad. Un ángel se apareció a una familia rica y le dijo a la dueña de casa:
-Te traigo una buena noticia: esta noche el Señor Jesús vendrá a visitar a tu casa.
La señora quedó entusiasmada: Nunca había creído posible que en su casa sucediera este milagro. Trató de preparar una cena excelente para recibir a Jesús. Encargó pollos, pasabocas y vinos importados.
De repente sonó el timbre. Era una mujer mal vestida, en su rostro se notaba una gran tristeza, con el vientre hinchado por su embarazo y pronto nacería su bebé.
- Señora, ¿no tendría algún trabajo para darme? Estoy embarazada y tengo mucha necesidad del trabajo.
-¿Pero esta es hora de molestar? Vuelva otro día, respondió la dueña de casa. Ahora estoy ocupada con la cena para una importante visita.
Poco después, un hombre sucio de grasa llamó a su puerta:
- Señora, mi camión se ha arruinado aquí en la esquina. ¿Por casualidad no tendría usted una caja de herramientas que me pueda prestar?
La señora, como estaba ocupada limpiando los vasos de cristal y los platos de porcelana, se indignó mucho:
-¿Usted piensa que mi casa es un taller mecánico? ¿Dónde se ha visto importunar a la gente así? Por favor, no ensucie mi entrada con esos pies inmundos.
La anfitriona siguió preparando la cena: abrió latas de caviar, puso champaña en el refrigerador, escogió de la bodega los mejores vinos, preparó unos coctelitos.
Mientras tanto alguien afuera batió las palmas. Será que ahora llega Jesús, pensó ella emocionada y con el corazón acelerado fue a abrir la puerta. Pero no era Jesús. Era un niño habitante de la calle.
-Señora, me puede dar un plato de comida. ¿Cómo te voy a dar comida si todavía no hemos cenado?
-Vuelve mañana, porque esta noche estoy muy atareada.
Al final, la cena estaba ya lista. Toda la familia emocionada esperaba la ilustre visita, sin embargo, pasaban las horas y Jesús no aparecía. Cansados de esperar empezaron a tomar los coctelitos, que al poco tiempo comenzaron a hacer efecto en los estómagos vacíos y el sueño hizo olvidar los pollos y los platos preparados.
A la mañana siguiente, al despertar, la señora se encontró, con gran espanto frente a un ángel.
- ¿Un ángel puede mentir? Gritó ella. Lo preparé todo con esmero, esperé toda la noche y Jesús no apareció. ¿Por qué me hizo esta broma?
-No fui yo quien mentí, fue usted la que no tuvo ojos para ver, dijo el ángel. Jesús estuvo aquí tres veces, en la persona de la mujer embarazada, en la persona del camionero y en el niño hambriento... pero usted no fue capaz de reconocerlo y de acoger.
Cibergafía
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